Lactancia reglada

Imagina que estás en un restaurante. Disfrutando del primer plato. Las endivias al roquefort están deliciosas. Pero un camarero te observa todo el rato con el reloj en mano. De pronto se abalanza sobre ti y te arrebata el plato.

Tu sorprendido protestas:

-¡Oiga, que no he acabado!

-Lo siento, son diez minutos. Ha tenido tiempo suficiente. Ahora coloque la cabeza sobre mi hombro.

Te sorprendes todavía más cuando te da las palmaditas en la espalda, mientras te dice:

-Vamos Señor, haga el favor de eructar ya.

Protestas, ¡pero si yo no necesito eructar!

-Tranquilo -te responde el camarero mientras las palmaditas se hacen insistentes- es bueno que expulse esos gases.

Finalmente, te deja por imposible y trae el segundo plato.

Esta vez comes rápido temiendo que te vuelvan a dejar a medias. Pero el camarero tampoco está contento.

-Venga, siga comiendo, le quedan tres minutos.

-No quiero más – contestas abrumado por la situación.

Y cuál es la sorpresa cuando te agarra por los hombros y, mientras te zarandea , te canturrea “ea, ea, ea” y solo se detiene si llevas el tenedor a la boca. Pero ¡ay de ti si paras unos segundos! Pues el zarandeo para que sigas comiendo se intensifica.

Por fin, mira su reloj y parece tan aliviado como tú: “diez minutos” y se lleva el plato.

Te levantas rápidamente y te escapas del restaurante. Respiras aliviado y tratas de olvidar el desagradable incidente, tomando un café en una agradable terraza.

Solicitas una taza de café y una tarta. La expresión del camarero es una mezcla de sorpresa e indignación:

-Perdone Señor, pero dígame: ¿ a qué hora ha comido usted?

La pregunta te toma por sorpresa y respondes:

-A las dos, ¿Por qué?

-Me lo temía. Son las tres. Hasta la cinco no le vuelve a tocar- respondió el camarero.

-¡Cómo que no me toca! ¡Me apetece un café y lo quiero ahora!- es tu respuesta indignada.

-Lo siento pero solo hace media hora que ha comido. No puede tener hambre tan pronto. Su sistema digestivo necesita descanso.

-¡Pero qué sabe usted si tengo hambre o no!

-Tonterías. No es más que un capricho. Puede gritar todo lo que quiera, yo no tengo órdenes de no servirle nada hasta que hayan pasado las tres horas.

Ya desesperado preguntas:

-Tres horas desde que empecé a comer o desde que terminé de comer ?

Y te levantas, pensando que el mundo se ha vuelto loco.

(Tomado de Yolanda González “Amar sin miedo a malcriar”)

.

¿Lactancia reglada? ¿Te gustaría? ¿Cómo crees que se siente tu bebé?

Deja un comentario